Nadie resulta necesario para encontrar la quietud en mí, ello me es dado a cada instante, me basta con ver hasta qué punto la rechazo constantemente. No necesito un gurú tranquilo, sólo debo constatar mi agitación. Al tomar consciencia de ella, sin la arrogancia de querer estar sin la agitación, observo simplemente mi vida y la búsqueda cesa. Es mi propia tranquilidad que se llama a sí misma. Comprendo que todo lo que tengo que escuchar es a mí mismo. No hay nada más.
Poco importa si el conflicto es imaginario o no: lo siento, por lo tanto es. Estoy disponible hacia ese sentir. No tengo la arrogancia de querer liberarme de él. No quiero nada. Hay un respeto. En esa escucha, la historia del sentir puede pasar por cierto número de etapas, las imágenes que llevan este sentir ganan cuerpo poco a poco. Y en un momento dado, paro de pretender que el conflicto sea la separación con una mujer, o la perdida de alguien; abandono estas historias. Me doy cuenta que el conflicto está aquí, en el cuerpo, nadie lo puede crear en mí si no está.
Vivo mi humildad ante el conflicto, sin querer liberarme de él, sin intervenir, de no ser así, solo habrá una transposición. Escuchar, amar, el conflicto es la puerta.
Las técnicas que liberan de un conflicto presuponen otro, porque el conflicto soy yo. Puedo liberarme de todos los conflictos de mi cuerpo y de mi psiquismo: mientras quede ahí, abro los ojos, veo el mundo y aparece un nuevo conflicto. Repulsión, apego, quiero, no quiero, tengo miedo, necesito. ¿Por qué huir y crear otro cuando ya tengo uno? Está muy bien como está. Me quedo con él, no hace falta cambiarlo por otro. Lo escucho: en este espacio puede que se rebele algo anterior al conflicto.
Necesito todos los conflictos. Reivindico las cicatrices que llevo. Nadie tiene derecho a quitármelas, se irán cuando terminen su función. Este respeto, esta escucha permite una profunda transformación. Querer rectificar el problema con mis padres, mi pareja, mi cuerpo, mi familia, mi pasado, etc., ¡no tiene fin!
El conflicto que siento es mi mayor regalo: lo descubro, lo escucho. No tengo por qué liberarme de él. Liberarme es Escucharlo.
Amor
Carles
#CONFLICTO El conflicto soy yo porque le doy fuerza y espacio al evento. No hay conflicto si yo no lo nombro así. Es la Vida que me llama a dialogar con ella.
Sí, con la el paso de los años, especialmente desde que voy encarnando el sentir en Presencia Biodinámica voy aprendiendo a dejar de sentirme asechada y, en su lugar, a abrirle la puerta a esos movimientos de la Vida. Gracias