En el momento que no estoy de acuerdo con tigo, en el momento que cuestiono una de tus creencias, te convierto en mi enemigo, y me separo en mí. Luego comienzo a buscar todos los motivos por los que tengo razón, y pongo mi atención fuera de mí. Cuando estoy centrado fuera y creo que el problema es causado por algún otro y no por mi apego a la historia que me estoy creyendo en este momento, me convierto en mi propia víctima.
El otro es tu espejo, excepto por como lo percibes, él ni siquiera existe para ti. Él es la historia que tú te cuentas de él, y afín de cuentas es solo tu otra vez, pensando. Es solo tú, un y otra vez, de esa manera te vés a ti mismo y te sientes justificado y perdido. Pensar que el otro no es más que tu propio reflejo puede ser doloroso. Así que cuando lo ves de algún modo defectuoso puedes estar seguro, allí es donde está tu propio fallo. El “fallo” esta en tu pensamiento, porque eres tu quien lo proyecta. Tú siempre eres lo que crees que nosotros somos en ese momento. No hay excepción. Yo soy mi propio sufrimiento. Yo soy mi propia felicidad. Todo sale de mí y vuelve a mí.

Translate »