Casi todo el mundo tiene miedo a perder el control, pero lo cierto es que cada noche, justo antes de dormirte tienes que soltar el control. Es imposible entrar en el sueño sin perder el control de las cosas, o bien no duermes, o tu sueño será muy ligero y estará lleno de sueños.
Cuando renunciamos al control, ( que paradójicamente nunca hemos tenido) soltar la definición de quien somos. Cuando desaparece esta definición, todos los pensamientos sobre lo que podemos o no podemos hacer muere de manera natural. Al renunciar a la ilusión del control, los pensamientos sobre lo que debería o podía haber sido, simplemente terminan. Comprendo el gran miedo que provoca el renunciar al control, podríamos convertirnos en vegetales, o en un loco…Pero, de hecho, actuamos como locos cuando intentamos mantener el control sobre lo que no puede ser controlado.
La vida no puede ser controlada.
A medida que llegamos a la madurez, ( que no tiene nada que ver con la edad ) reconocemos el no control sobre la vida. Por más que lo intentemos, nunca seremos capaces de controlar el verdadera Maestra, que es la vida misma. Cuando reconocemos que la vida es una maestra incontrolable, abandonamos la idea de control en un acto de plena humildad. En esa humildad, la vida tiene la posibilidad de vivir su propia realización a través de nosotros, la forma.
No estoy sugiriendo que renunciemos al control a favor de alguien en particular. Estoy diciendo que renunciamos a idea de quien creemos ser y a todas las definiciones de quien somos. Esta idea sólo son fallidos de controlar la vida.
Amor
Carles
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