Permite que tu cuerpo se convierta en objeto de observación. Déjale convertirse en sensación. Al principio, sentirás sólo la parte superficial del cuerpo, pero si mantienes la observación, llagarás a ser consciente de distintos estratos de sensación.

Acostúmbrate en tu observación a que sea lo observado lo que venga a ti, no tú el que vayas hacia lo observado. Esto supone una actitud de total receptividad. Al principio, el cuerpo se te aparecerá como algo fraccionado, pero cuando se mantiene la observación llega un momento en el que se produce una fusión de todas las partes y tienes entonces una sensación global del cuerpo. Sientes el objeto-cuerpo como algo cada vez más sutil, expandiéndose más allá de los límites del cuerpo físico. En este proceso no hay nominación. Cuando no hay conceptualización, observador y observado desaparecen en un momento determinado y lo que queda es sólo percepción pura, percepción directa.

Sé consciente de cómo excluyes tu cabeza de la sensación corporal. La cabeza pertenece al cuerpo, pero es como si actuaras desde la cabeza. No hagas de la cabeza el centro de observación. Si lo haces, el observador permanecerá fijo sobre lo observado como un burro en un pesebre. Cuando se da la fusión entre el observador y la sensación corporal, ya no estás fijado por más tiempo delante de ti, sino que, en cierto sentido, pasas a estar detrás de ti. La percepción es entonces completamente homogénea. Cada parte del cuerpo se hace transparente.

Amor

Carles

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