Ven a la inmediatez del miedo que aguijonea.

¡Siéntelo sin ninguna premeditación de modo que toda separación desaparezca! Antes de ponerle la palabra miedo o cualquier otra. No hay miedo, nadie que lo tenga, nadie que lo sufra, nadie que lo produzca. Sea lo que fuere que está sucediendo, está simplemente aquí, pudiendo desplegarse y disolverse en el espacio vacío. ¿No es eso lo que pasa con cada pensamiento, sensación y percepción? Nace, se despliega y se desvanece sin dejar rastros, a menos que el combustible de la mente y el recuerdo lo mantengan andando.

¿Estamos preparados para esto? ¿Lo podremos recordar la próxima vez? ¡Ahora! El hábito de apartar lo desagradable es tan fuerte… No hay que hacer algo muy especial al respecto. No es gran cosa. Algo surge e inmediatamente admite que está ahí, que sea visto y sentido sin más. Dejémosle el espacio que necesite para que se despliegue. Dejemos que diga lo que tiene que decir. También está el sonido de los grillos, el sonido de la brisa, la sensación de calor a mediodía en agosto, el canto de los pájaros. Al estar en calma con todas las cosas, casi no hay respiración. Y se produce una respiración profunda porque el organismo necesita oxígeno fresco. ¡No existe separación! Simplemente el contacto y la pregunta, el escuchar y el observar sin saber. Entonces todo sucede en un espacio vasto, lleno de energía y amor. En la escucha, las cosas cobran coherencia, se tornan comprensibles, fluidas. Demasiado maravilloso como para ponerlo en palabras.

Amor
Carles  

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