No sé si la palabra deriva está bien en este contexto que quiero compartir, pero entiendo la expresión “a la deriva” como andar dando tumbos de un lado a otro sin rumbo aparente creyendo que esto es fluir, dejarse llevar sin rumbo, no oponerse a los acontecimientos.

A lo que quiero hacer referencia es a la creencia de que estamos fluyendo cuando en cambio lo que está ocurriendo es que no tomamos nuestro poder y nos encontramos a la deriva de los acontecimientos, con lo cual esto nos hace perder muchísima energía como para soportar los bandazos que confundimos con fluir.

Dejar a nuestros hijos libres no tiene nada que ver con que ellos hagan lo que les viene en gana. A veces ellos pueden elegir entre las opciones que les demos, pero si nosotros queremos hacer algo concreto no es coherente darles a elegir, aquí está la pérdida de energía en nosotros y la no coherencia que ellos perciben. Entonces intentan hacer el juego de tira y afloja tan agotador para los adultos. Sin darnos cuenta, somos nosotros los que lo provocamos pero creemos que son ellos los que tienen un capricho o que nos quieren hacer enfadar.

Si no decidimos hay muchos frentes abiertos por los cuales la energía se pierde y nos agotamos, claro está que parece que no hemos hecho casi nada para estar tan agitados pero esa no toma de poder es la causa de dicha pérdida de energía. Llegando a creer que estamos enfermas o mal alimentados, tomamos complementos. Lo que sí estamos es no alineados con el sentir y de aquí podría surgir el querer agradar al otro, ceder el poder volviendo a creer que estamos fluyendo.

Ellos aprenden de la coherencia y si nosotros no tomamos el poder de hacer lo que sentimos que queremos, ellos no pueden aprender a decidir. En la crianza no hay posibilidad de equivocarse, cada uno tenemos nuestras creencias y limitaciones, sólo tenemos que ser un referente de persona coherente y empoderada. 

Claro está que ellos si ahora son dependientes de nosotros no pueden decidir muchas cosas, somos los adultos los que tenemos que hacerlo desde nuestra madurez. Cuando ellos pueden elegir está bien, pero la mayoría de veces somos sus responsables los que tenemos que hacerlo, durante un tiempo ese es nuestro papel. Además también tenemos nuestras preferencias y vivimos juntos adaptándonos a las necesidades de todos.

¿Cómo sé si fluyo o si voy a la deriva? Si hay síntomas, si hay cansancio, entonces hago las cosas sin estar alineado. Estando alineado las aparentes decisiones no son pensadas, no existen los “debería” o “lo hago por los demás” ni me paralizan los miedos inconscientes que me hacen moverme desde un lugar de complacencia o búsqueda de aprobación defendiendo una imagen que me defina como madre o padre bueno, responsable, o cualquier otra cosa. 

Lo mismo que en la vida, permitirnos fluir no es no decidir, el decidir es una acción espontánea que nace del sentir no de la mente.

Amor
Carles 

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