Cuando dejamos a la emoción psicológica transformarse en fisiológica, cuando sentimos, perdemos de vista la causa de la emoción. Permanece la coherencia del sentir, una resonancia. Sólo entonces la emoción es inteligente, y no hay nada que gestionar.

La belleza de la vida es la emoción sentida, no pensada.

El miedo a quedarme sin trabajo es un pensamiento, no una experiencia.

Mientras la etiqueta de la emoción nos separa, toda emoción acogida sensorialmente conduce de nuevo a la belleza, a la armonía coherente.

Es por eso que en Presencia Biodinámica no buscamos desembarazarnos de la emoción ni de nada, sino hacernos conscientes del sentir. La emoción sentida está en mí, ya no tengo la ilusión de creer que está allí.

Cuando tengo la ocasión de estar presente en la muerte de un amigo, hay resonancia. No es la muerte la que me conmueve, pero llevo en mí esta emoción, la vivo. Ése es mi regalo. Sólo cuando puedo vivir desde la madurez, esta pretendida pérdida que me aflige la vivo como un sentir, es decir, de manera no psicológica, me doy cuenta de que es mi regalo. La situación exterior me ha llevado de nuevo a este sentir que llamamos emoción, y una emoción que abandona el cortejo de imágenes y recuerdos psicológicos nos conduce siempre a lo que llamamos en Presencia Biodinámica, una vibración coherente, que es el umbral de la puerta tras la cual encontramos la calma, tranquilidad, paz, vacío…

Amor

Carles

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