Nuestros hijos son fiel reflejo de lo que rodea al entorno familiar.
Los bebés y niños perciben y viven intensamente todos los conflictos que se desarrollan en su entorno, sienten la coherencia que les rodea como suya propia, puesto que no están separados y no comprenden textualmente lo que se dice, pero lo perciben y los expresan con sus recursos de niños.
Desde la concepción, gestación, nacimiento y de allí en adelante grabamos en nuestro cuerpo toda la información relacionada con nuestra propia experiencia de vida, la experiencia familiar del clan al cual pertenecemos, las expectativas que se ponen sobre nosotros, las creencias que vamos acumulando o heredando.
Cuando un niño está en el vientre de su madre, percibe los estados emocionales de ella cien por cien. No existe una separación entre el yo de la madre y el bebé. La edad cronológica de la formación neurofisiológica del bebé llega a su madurez a los tres años aproximadamente; hasta entonces no está separado de la mamá.
Nuestros niños no nos ponen nerviosos, ellos son el espejo en el cual debemos ver nuestro nerviosismo. Nuestros niños son el reflejo del entorno familiar, de lo que pasa en el entorno. Nuestros niños no se ponen enfermos, los ponemos enfermos, y la culminación de lo que llamamos enfermedad es el equilibrio que nos ayuda a nosotros, los adultos, a darnos cuenta que algo está indigesto en nosotros. Bebé llora lo que mamá no se atreve.
No se trata de entrar en la culpabilidad, sino de saber y tener conciencia que podemos hacer mucho por nuestros hijos si queremos que estén sanos, debemos permitirnos y hacernos cargo de nuestras emociones y sentimientos. Nuestros hijos son fiel reflejo de lo que rodea al entorno familiar. Parece increíble, pero si reflexionamos y tomamos conciencia de que la realidad de todas las cosas es la unidad, comprenderemos que hay una unidad bebé-mamá. El bebé siente como propio lo que le sucede a mamá: sus alegrías, sus tristezas, sus preocupaciones, y lo más importante, aquello “no dicho”, lo “no expresado”.
Amor
Carles
Gracias por la clarida en tus palabras