Durante mucho tiempo yo no sentía realmente miedo poque no me atrevía a ponerme en contacto con él. Estaba allí, acechando, pero no era sentido porque había una creencia no cuestionada de que el miedo no debía ser sentido y yo no debía sentir cosas dolorosas. Debía mantenerme lejos de ellas, debía cuidarme de ellas porque son señales de peligro. Desarrollé una piel gruesa e impenetrable para no sentir. Es como la respuesta del organismo a los cuerpos extraños: el cuerpo encapsula agentes tóxicos que penetran en él. Hay muchos encapsulamientos sucediendo dentro de nosotros, sellando experiencias no digeridas para que sean inaccesibles a la sensación, al sentir, casi inaccesibles, porque en algún lugar permanecen y supuran.

Existe esta premisa profunda: no debo ponerme en contacto con sentimientos. Esta premisa está aquí en todos nosotros.

¿Podemos poner en cuestión esta premisa en este momento? Yo lo pude hacer.

Cuestionemos la resistencia que surge automáticamente cuando algo doloroso ocurre, nos resistimos a sentirlo íntimamente sin separarnos de ella. ¿Acaso no conocemos bien la resistencia a las sensaciones perturbantes? Se manifiesta en el estómago, en el corazón, los intestinos y los músculos. Sea lo que fuera,¿podemos sentirlos profundamente, sin huir de ellos? Nada puede herirnos realmente excepto negarlos o escapar de lo que hay aquí tal cual es.

En este momento lo estoy nombrado al escribirlo, pero en calma conmigo mismo no necesito nombrar nada de lo que se siente. Simplemente trata de estar en contacto con este momento absolutamente indivisible de estar vivo. Es un momento totalmente nuevo. No hay resistencia. Sin hacer fuerza en contra de lo que está sucediendo, sin saber que es desde del pasado, sin dar por sentado que es peligroso o que es algo que debe ser evitado. Sin saber. Sin saber es la verdad, no sabemos.

Simplemente dejemos que todo sea como es, experimentándolo plenamente de principio a fin. Dejemos que se despliegue por sí mismo, no necesita mi ayuda.

Sintamos el miedo sin ninguna premeditación de modo que toda separación desaparezca (quien dice miedo dice cualquier emoción). No hay miedo, nadie que lo tenga, nadie que lo sufra, nadie que me lo produzca. Sea lo que fuere que está sucediendo está simplemente aquí, pidiendo desplegarse y disolverse en el espacio vacío. Todo nace, se despliega y se desvanece sin dejar rastro a menos que el combustible de la mente con sus recuerdos lo mantenga.

¿Estamos preparados para esto? ¿Lo recordaremos la próxima vez? El hábito aprendido de apartar lo desagradable es tan fuerte…

Algo surge e inmediatamente se admite que está aquí, sentirlo. Démosle espacio, el espacio de todo nuestro cuerpo que necesita para desplegarse. Deja que diga lo que tiene que decir. También están aquí el canto del pájaro, el zumbido del avión, la sensación de la brisa.

¡No existe separación! Simplemente el contacto y la pregunta, el escuchar y el observar sin saber.

Entonces todo sucede en espacio vasto, leño de energía y amor. En el escuchar, en el cuestionarse, las cosas cobran coherencia, se tornan comprensibles, livianas. Sí, demasiado maravilloso como para ponerlo en palabras.

Amor

Carles

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