Para llegar a darte cuanta de que tú no eres tu cuerpo necesitas primero descubrir lo que el cuerpo es en realidad. El cuerpo debe convertirse en un objeto de percepción, no en una idea. En la mayor parte de los casos, cuando te refieres a tu cuerpo, estás refiriéndote a una imagen construida en algún momento de tu vida; el cuerpo es para ti un esquema que te has acostumbrado a asumir. Pero cuando dejas de proyectar este esquema y permites hablar al cuerpo real, sientes toda su tensión y pesadez. Por medio de la visión te apartas de las ideas habituales que has tomado por realidades y dejas de ser cómplice de antiguos esquemas. Llegas a la sensación original del cuerpo: vacuidad sin límites. Puedes sentir que el cuerpo está totalmente extendido en el espacio.
El cuerpo en sí mismo es la puerta. Sentir el cuerpo real, el cuerpo tal cual es, te ayuda a descubrir una forma de escuchar sin proyectar. Esto te lleva más allá del cuerpo y llega un momento que la localización termina y la energía anteriormente fijada como «cuerpo» se disuelve en la escucha. En otras palabras, al no haber ya fijación de alguien que escucha o de algo que es escuchado, la relación sujeto-objeto se desvanece. Sólo hay unidad. Vacío.
Amor.
Carles 

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