Fijaos la naturaleza lo que nos enseña: la naturaleza siempre funciona en pares de opuestos. Sin embargo ahora en primavera, por ejemplo, la naturaleza no rechaza una cosa y acepta o niega la otra, ni se pone a decir: ¡Ojalá fuese verano! Cuando es primavera, primavera. La pleamar no dice: ¡ Ojalá yo fuera bajamar!, sino que se toma tiempo y cambia.
La naturaleza siempre funciona a base de opuestos, lo cual no quiere decir que se opongan entre sí, que se enfrenten o resistan, sino que se van reemplazando. En nosotros es lo mismo, un microcosmos en un macrocosmos, pero cuando aparecen los pares de opuestos, decimos: «esto es bueno, quiero más» o «esto es malo, no lo quiero». Por lo tanto nos resistimos constantemente a ellos, lo cual es la raíz de todo sufrimiento, conflicto o malestar.
¡Si te surge el enfado, puedes permitírtelo! No durará mucho tiempo si no tiene donde agarrarse. Si le pones una etiqueta, ¿desde qué perspectiva se la pones ? Solo puede ser desde el recuerdo de haber sentido eso antes y de haberlo llamado «rabia». Por lo tanto, puede que vuelva a producirse esa misma experiencia, que vuelvas a sentir lo mismo y entonces le pones la etiqueta de «rabia» o de «miedo» que retienes en el pasado en lugar de dejarte sentir esa sensación tal y como está surgiendo ahora. Si te permites sentirla tal y como es, puede que encuentres que es una emoción completamente distinta que no necesita de ninguna etiqueta, pero lo que sucede es que aparece la actitud aprendida de resistirnos, que es la que estamos acostumbrados, y se va acentuando en piloto automático. Acabamos culpándonos por tener ese sentimiento porque así es como ese sentimiento se asegura su existencia. Entonces, si surge, deja que surja, suelta el control, siente esto que está surgiendo y se marchará. 
Puede que estéis todos ahí sentados muy serios, pero, de repente, alguien dice algo y todos os echáis a reír a carcajadas. Es algo que sucede con total naturalidad y sin ningún esfuerzo. Si os fijáis, nadie se culpa por reírse. Sin embargo, si nos sentimos tristes y se nos escapa una lagrima, pensamos: «No tengo que llorar». En cambio, a veces nos reímos tanto que se nos saltan las lágrimas. No elegimos las emociones, las emociones son energía manifestándose, si no te opones a la energía tiende a volver al mismo lugar del que surgió, el vacío. 
Amor
Carles 

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