Los círculos de escucha guiados por Carles Company, han sido para mí una invitación a despojarme de la armadura y la careta que he portado en mi vida cotidiana para relacionarme. Me di cuenta que es importante dejarla a un lado, ya que no me es útil. Lo único que necesito en estos círculos de escucha es mi disposición y apertura para relacionarme desde un lugar más auténtico y amoroso conmigo misma.
La posibilidad de crecimiento y madurez que me ofrece la vida al estar reunida con un grupo de personas, se acrecienta en cada círculo de escucha. Por un lado, me ha permitido escucharme y ver mi reflejo a través de escuchar la historia de vida del otro y, por otro lado, me ha dado la oportunidad de sentirme al sentir al otro poniendo las manos suavemente en algunas partes de su cuerpo.
Este proceso de quitarme la armadura y la careta no ha sido fácil. Quedar desnuda frente a mí y frente al otro ha representado un reto porque mis creencias, ideas establecidas y experiencias del pasado emergen y se aferran a continuar vivas. Sin embargo, cuando esta práctica de escucha la vivo en los círculos algo extraordinario ocurre; siento que mis actos son más libres, el camino por la vida se vuelve ligero, mi mirada se torna transparente y la visión se amplía.
En estos círculos se propone una dinámica de escucha que se caracteriza por su sencillez, pero en ella radica lo profundidad de la misma. Se crea un ambiente de constantes silencios y pausas que me inquietan, pero a la vez me calman. Además mis preguntas, explicaciones, posibles respuestas, dudas, confusiones, incertidumbres, definiciones provocan distintos sentimientos y emociones: hay enojo, miedo, tristeza, dolor, alegría, desesperación y todo aquello que no sé qué es, que no alcanzo a nombrar, pero ineludiblemente existe la certeza de sentir el movimiento de vida que está ocurriendo dentro de mí, en el otro y en el afuera.
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