En el ser sin mombre no hay deseos, la ausencia de deseos trae la paz y es entonces cuando el mundo se ordena a sí mismo.
Lao Tsé
El mundo, el cuerpo, se ordena a sí mismo cuando se lo deja ser y la paz sobreviene al dejar de luchar por alcanzarla. Esto puedo estar seguro que es la experiencia de muchos. Fijaos que todas las escuelas espirituales apuntan a ello.
Aceptación es la capacidad de estar con lo que hay, de concienciar todas las dimensiones de nuestra experiencia, de no resistir la experiencia plena de lo que sucede fuera o “dentro de nosotros” y permitir su total desenvolvimiento. Aceptar es concienciar, mirar y sentir todo obsolescente, sin resistencias ni censuras.
¿Qué nos impide aceptar? La mente que dice “No, esto no debería ser como es”. Son nuestras ideas fijas sobre cómo deberían ser las cosas, nuestros ideales, juicios y expectativas rígidas.
Es curioso que justamente el buscador espiritual o la persona con ideas claras de cómo deberían ser el mundo o las cosas, creen saber cómo deberían ser los demás o ellos mismos.
Estas ideas fijas de cómo las cosas deberían ser da lugar a un sinfín de comparaciones de lo que es y lo que debería ser que hace que empiece a rechazar mi experiencia presente.
Hay que tener cuidado en no tener una imagen mental de lo que es la aceptación. Puedo pensar que una persona que acepta es una persona equilibrada, serena, que no se rebela ante nada, pero miro mi experiencia y me doy cuenta que hay apegos, rechazos y que entro en conflicto con muchas cosas, con lo cual pienso que la aceptación es un ideal muy lejano a mi vida cotidiana y digo “quizá en un futuro”. Aquí está el error, en contruir una imagen mental de lo que es la aceptación. Si esto es lo que está ocurriendo, aceptar es justamente darme cuenta y permitirme estar donde estoy y sentir lo que siento. No hay ninguna experiencia que nos aparte de la aceptación, toda experiencia puede ser no resistida, aceptada, concienciada, incluso la resistencia a aceptar puede ser aceptada. Son esta ideas fijas de cómo deberían ser las cosas las que impiden la aceptación, se asocian equivocadamente a la coherencia. Muchas veces creo ser coherenre cuando miro y actúo desde mi teoria o referente ideal.
Esto da lugar a un diálogo interno: como yo después de tantos años de práctica meditativa, de cientos de seminarios y talleres ya debería ser más maduro, no debería irritarme por esto, no tendría que sentir envidia, resentimiento, ansiedad. Esto es el rechazo de la experiencia presente.
La coherencia entendida de forma madura es tener la voluntad de ver las cosas tal y como son en mí aquí y ahora y asumirlas.
Nada me puede apartar de la coherencia siempre que la experiencia presente sea reconocida y aceptada.
Lo que nos impide aceptar es la mente que dice “no, esto no debería ser como es”. Hay una falsa crencia que dice que el dolor se puede evitar alejándonos de él, que nos daña más escuchar el dolor que eludirlo para evitarlo, pero no es así. No nos dañan las emociones que calificamos de negativas, lo que nos causa sufrimiento es la resistencia a sentir, podemos sentir frustración pero si aparece el pensamiento yo no debería sentir esto, automáticamente el sufrimiento aumenta de intensidad. También ocurre con el dolor, si me lo permito sentir y lo acepto, poco a poco comienza a diluirse y empieza a ser llevadero terminando por desaparecer, pero si me resisto terminará dando lugar a un sufrimiento crónico.
Aceptar sentir es estar presente al miedo, al dolor, a la pena, a la vergüenza, estar presentes en la alegría y en el éxtasis permitiendo que todo ello se desenvuelva, se exprese plenamente. Las emociones se expresan plenamente en el cuerpo aceptándolas, escuchándolas, y su energía se libera.
Aceptar sentir es estar presentes y el miedo a sentir es miedo a la vida, y creemos que algunos hechos tienen una capacidad de provocar ciertas emociones. Estar dispuesto a sentirlo todo es, poco a poco, perder el miedo a vivir.
Es el miedo a sentir el que crea miedo a la vida, que hace que cada vez estemos más bloqueados, más muertos.
No aceptar es decir no, y el sufrimiento siempre se origina en esta contracción de nuestra consciencia, es cuando nos resistimos a la exteriencia presente porque creemos que no debería ser así, o creemos eludirla por desagradable. La mente dice “no quiero vivir esto, no quiero sentirlo, no quiero mirarlo, no quiero estar presente en esta situación y me ausento, me contraigo”.
Y este no también puede darse en experiencias que no resultan agradables, cuando estamos en una situación agradable queremos estar totalmente presentes a esa situación pero surge el miedo a perder esto tan agradable y queremos retenerla, segurarnos esa experiencia, entonces aparece el miedo a perder y de nuevo la mente dice no. Me contraigo.
No nos hace sufrir ninguna emoción o dolor, nos hace sufrir la creencia “esto no debería ser”.
Hay actitudes en nuestra viva cotidiana en las que muy sutilmente donde la mente dice no, por ejemplo, en la orientación hacia el futuro, las metas, los objetivos, las esperanzas, esto se convierte en problema cuando evitamos las sensaciones que afloran en el momento presente o cuando utilizamos el mometo presente para conseguir un objetivo en el futuro. Es en estos casos que bloqueamos nuestra capacidad para estar en el monento presente, y es igual que las metas sean mundanas o espirituales, el mecanismo de evitación es el mismo.
Por supuesto que la mente que dice no también puede ser que se apegue a experiencias del pasado tanto positivas como negativas, o proyecciones de futuro, como la obsesión con los logros, la necesidad de distraciones y entretenimientos.
Otra forma de decir no es cuando pensamos en nuestras emociones en vez de sentirlas, cuando nos contamos historias de lo que sentinos en lugar de directamente sentir. Pienso que me reconocen, no me valoran, no me aman, en lugar de entrar en contacto con mi sensación, la sensación que surge cuando pienso que no soy suficiente y, con el miedo a no serlo, proyecto fuera y me cuento una historia para evitar entrar en contacto directo con la sensación que surge.
También hay cosas que parecen aceptación, escucha, pero no son:
- Hacer meditacion o practicar la aceptación como un modo de evitación , “me han dicho que haciendo esto dejaré de sufrir”
- No es aceptar para deshacernos de algo, es aceptar para intregarlo y que forme parte de nosotros.
Otro error muy común es confundir aceptar con aprobar, aceptar algo no significa aprobarlo, puedo ser víctima de una injusticia y puedo asumir que eso es así, asumir la sensación que emerge en mí, lo cual no significa que apruebe esa conducta, incluso condenarla si es lo que procede.
Aceptar no implica que me guste lo aceptado, no imlica que tenga preferencias diferentes a lo que estoy aceptando, puedo realizar acciones para modificar lo que estoy aceptando.
Aceptar no es aprobar ni tampoco resignarse.
Podemos intentar cambiar una situación sin resistirnos a experienciar esa situación presente.
A veces pensamos que si aceptamos nos será indiferente cambiar y es todo lo contrario, nada bloquea más que la falta de aceptacion. La transformacion profunda solo puede venir de la rendición, pero no somos nosotros los que determinamos el curso del cambio.
Tampoco es aceptar mis sentimientos, mis emociones, y reaccionar desde ellas o dramatizarlas, (la mayoría de terapias confunden estas dos cosas). Puedo aceptar un sentimiento de agresividad y permitirme sentirlo, no tener la creencia “yo no debería estar sintiendo esto” y permitirme sentirlo sin necesidad de reaccionar desde la agresividad, que es una forma de dejar de estar en contacto con el sentir la emoción proyectando fuera la causa de mi emocion, así no me responsabilizo de ella en el presente.
Otra cosa que parece ser aceptación y no lo es, es aceptar con truco. El truco es el consuelo de la religión o las creencias espirituales (la reencarnación, las constelaciones,…)
Qué diferente es que podamos asumir en nuestra vida el desorden, el sin sentido, el dolor… y que, de forma soprendente, sin esperar nada, tengamos la experiencia sentida de que en el fondo todo está bien, que todo forma parte de un todo más amplio que no podemos percibir.
Todo lo contrario es acudir a estas ideas sin corporalizarlas. Entonces me digo que todo está bien, me repito que todo es por algo, etc, etc, como un mecanismo para huir del dolor, el sin sentido o el desorden. Nos creemos a ciegas las lecturas de maestros que sí han recorrido el camino y han tenido la experiencia de la aceptación, y las usamos como una forma de mantener a raya los aspectos inquietantes de nuestra experiencia.
Cuidado con las frases muy bonitas y lindas que suenan muy bien, que hacen que todo nos encaje, nos cuadre. Son formas de mantenernos alejados de aquello que no queremos sentir, éste es un uso consolador de la espiritualidad o la religión y es muy habitual, es una forma de negación y represión del sentir.
Tampoco sirve la positividad, muy de moda ahora, ya que es una evitación del ahora.
Aceptación es desnudez y rendición, pero si sutilmene es para querer llegar, lograr, deshacerme…, desde ahí no da frutos la aceptación.
Fijémonos que todos tenemos experiencias de aceptación en momentos muy simples en que estamos totalmente reconciliados con el ahora y en que nuestra mente no interviene, éstas son aberturas por donde emerge lo que realmente somos.
La escucha, la aceptación así practicada, es la base de la salud, de la disolución del sufrimento.
Los sentimientos y las emociones tienen un ciclo natural de vida y si no se culmina hay emociones que no terminan de ser sentidas y se quedan como energía bloqueada, creando una reactividad que proyectamos fuera en el los demás. Ésta es la causa de que cada vez nos sintamos más disociados, más muertos en vida.
Al contrario de estar apegados a las ideas de cómo deberían ser las cosas que no hacen estar continuamente en conflicto con la experiencia presente.
Muchas personas que comienzan a interesarse por el trabajo interior de tipo espiritual, al principio quieren tener algo que no tienen, algún tipo de experiencio o estado, abandonar y superar algo que tienen y no les gusta. Y es ahí donde mucha gente se vuelve adicta a las modas de trabajo interior de cualquier tipo, precisamente porque con esta dinámica se llega a un punto de no avance. Es en este punto de no avance en el que falta la rendición, es por esto que se va de una práctica a otra, de ritual en ritual, llegando siempre a este callejón sin salida y nunca se termina de alcanzar el punto de transformacion. Este punto lo que exige es abandonar ese esquema de ambición y lucha por alcanzar.
Aceptar plenamente el ahora es la única plenitud, no hay otro camino. Esto no resulta nada fácil de admitir, como voy a descansar y aceptar el aquí y ahora si mi situación es un desastre total.
La cuestión es experimentarlo, esta es la invitación.
Esta es una invitación que no requiere asumir ningún tipo de dogmas o creencias ni ninguna enseñanza, lo que uno vea y comprenda será de primera mano y quizá comience a entender lo que ha leído y visto en ciertas enseñanzas anteriores.
La aceptación nos sitúa en nuestro centro, en el testigo de los contenidos de nuestra experiencia sin estar identificados con las emociones, juicios mentales, historias, nos hemos dado cuenta que éstos van y vienen, nos dejamos de confundir con ellos y descansamos en la presencia. Estamos presentes al movimiento de vida (Presencia Biodinámica), donde la naturaleza del testigo es la aceptación, un abrazo dado a todo.
Amor
Carles
Gracias querido Carles