Hay dos tipos de hacer: el hacer separado de la acción y el hacer sin estar separado de la ella.
En el mundo en que vivimos actualmente son muy escasos los actos sin separación, a pesar de que todos tenemos la experiencia de esta manera de hacer.
Cuando éramos bebés y niños hasta los tres años más o menos, vivíamos sin separación de la acción, sólo los adultos nos veían separados.
En esos primeros tres años de nuestra vida no existe separación, todo es una expansión absoluta, no hay separación entre nada de lo que entra en contacto con mi sistema sensitivo y yo. Cuando vemos un niño jugando no es del todo cierto puesto que no es un niño jugando, es juego sin nadie que lo esté haciendo. Esto puede explicar por qué ellos pueden repetir lo mismo un millón de veces, y es porque en realidad no lo están repitiendo, es siempre la primera vez.
Después cuando se nos empieza a educar se hace desde la separación, desde el hacer, desde el esfuerzo y la repetición de un montón de temas que no son de nuestro interés, con lo cual todo nuestro mundo, que era uno, se divide en yo y el resto, me contraigo y separo.
Esta división no se volvería ningún problema si las etapas fuesen transmutando orgánicamente.
La rosa no se abre tirando de los pétalos, crece en su momento.
El mundo que vivimos es un mundo de padres adolescentes teniendo niños, niños que no tienen referencia de adultos maduros y muy difícilmente podrán madurar, de no ser que tomen consciencia de ello y crezcan como seres humanos.
Si como digo las etapas fuesen respetadas, después de ser adolescentes y adultos nos convertiríamos en adultos maduros al llegar a la madurez, pero ésta no tiene nada que ver con los años, puesto que podemos alcanzarla desde los veintitantos o incluso a veces un momento antes de la muerte. Si se alcanza ocurre algo muy hermoso y es que esa contracción cambia y se convierte en una expansión volviendo a vivir la vida desde la no-separación. Y la vida se vuelve fluida donde no soy yo el que trabaja, hay trabajo.
Esto puede ser comprensible sobre todo en el arte. Existen dos tipos de arte: uno es la ejecución técnica perfecta, que puede estar perfecta pero no fluye y es mecánica, es lo que se llama el hacer; y el otro es el arte que fluye, cuando no hay nadie bailando, hay baile, cuando no se está tocando un instrumento, hay música…
Si pudiésemos permitir que todo se diese orgánicamente y desde niños se nos permitiese continuar jugando y experimentando el mundo hasta que encontrásemos nuestra vocación, entonces podríamos estudiar cualquier carrera u oficio fluyendo en el estudio que nos satisfaría plenamente y nos volveríamos adultos maduros que no tienen que trabajar, están jugando, son el trabajo.
Si podemos soltar quién somos y sencillamente ser, todo seguirá igual en apariencia, la gran diferencia es que todos podemos estar en el no hacer haciendo, fluyendo con la vida, podemos estar vivos, no sobreviviendo.
Amor
Carles
Nota de la revista
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