Toda la naturaleza está en simbiosis, en ella no existe nada que sea “maligno” o “benigno”. No se basa en la supervivencia del más fuerte sino, al contrario, en un equilibrio Biodinámico en el que todos los elementos actúan en una simbiosis, en una no-separación.
Es verdad que el león devora a la gacela, pero sólo a aquella más débil, que en la fuga queda detrás, aislada de la manada. De este modo la gacela es útil para el león porque le facilita el alimento y el león será útil al grupo de gacelas porque se comerá a sus elementos más débiles. Salir de la idea de lo que es justo y de lo que es erróneo nos ayudará a comprender esta sinergia del movimiento de la vida. Nuestro cuerpo, lo queramos o no, forma parte de esta naturaleza y estamos bajo sus reglas.
La naturaleza nos ha dotado de mecanismos para hacer frente a situaciones “inesperadas” mediante programas biológicos que se han ido formando durante miles de años. También nos concede un tiempo útil para resolver estas situaciones que nos causan conflicto y tenemos que enfrentar o, de otra forma, morir. Esto es así porque si no podemos digerir la situación que causó el conflicto dentro de un período apropiado es porque no somos capaces de adaptarnos a la vida. Cuando las lluvias hacen cambiar al río su trayectoria alejándose del árbol, éste se activará para alargar sus raíces, hundirlas más en la tierra lo antes posible y encontrar el agua para no morir. Pero para hacer esto dispone de un tiempo determinado.
Un ejemplo: si tocamos el fuego con la mano, instantáneamente la retiraremos sin emplear tiempo en razonamientos o reflexiones filosóficas. En cambio en nuestra vida cotidiana parece que nos acostumbramos a no sentir que el fuego nos está quemando. Y después de un tiempo nos encontramos con la mano quemada, luego pensaremos que el fuego es malo. ¡ Y pretenderemos que alguien nos ayude a que nuestra mano quede como antes!
Es como si en nuestra vida cotidiana nos fuese más facil continuar golpeándonos la carnaza contra el mismo muro en vez de desplazarnos un poco y pasar por la otra puerta. De hecho, el cuerpo se repara a sí mismo de los primeros golpes, pero cuando supera cierto límite (patrones de vida) le es muy difícil hacerlo. Esto demuestra que el problema no es lo que desencadenó el conflicto, o que nuestro cuerpo o la naturaleza se hayan equivocado. No son las paredes o el fuego los malos, el problema es nuestra dificultad para “cambiar de lugar” y alejarnos de aquello que nos hace daño y nos mantiene disociados de la realidad.
De muy poco sirve repetirnos mentalmente que el problema que hemos tenido ya ha sido resuelto y que quedó atrás. Si la indigestión que causó el conflicto está digerida, ya no está, se borra. Quizá la confusión está en la identificación con nuestro físico y creernos que es eterno, y con esta ilusión nos concedemos el permiso para seguir dándonos golpes en el mismo muro sin considerar que tendrá unas consecuencias, en ocasiones,  irreparables.
La Presencia Biodinámica puede ayudarnos a estar más cerca del sentir verdadero, más atentos a aquello que en verdad es importante, necesario o peligroso para nosotros como personas únicas, con nuestras historias de vida, personales y colectivas.
Amor

Carles 

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