Cómo nos relacionamos o, mejor dicho, qué tan bien amamos depende de lo vacíos que estamos de ideas, conceptos, expectativas.

Cómo nos relacionamos o, mejor dicho, qué tan bien amamos depende de lo vacíos que estamos de ideas, conceptos, expectativas.

Con el concepto de «relación» vienen expectativas, recuerdos de relaciones pasadas, y demás conceptos mentales, condicionamientos personales y culturales de lo que una «relación» debería ser. Después tratamos de hacer que la realidad se ajuste a estos conceptos. Y nunca lo hace. Y vuelvo a sufrir. La cuestión del asunto es: no hay relaciones. Sólo existe el momento presente y en el momento sólo hay relacionarse.

Lo que convencionalmente llamamos «amor» es una estrategia de la historia (ego) para evitar rendirse. Estás buscando a alguien para que te dé eso que sólo puede venirte en el estado de rendición. Tu historia utiliza a esa persona como un sustituto para no tener que rendirse. La lengua española es la más honesta a este respecto, utiliza el mismo verbo “querer”, para decir “te amo” y “te quiero”. Para el ego, amar y querer (desear) son lo mismo, mientras que el amor verdadero no tiene ningún deseo, ningún deseo de poseer o de que tu pareja cambie. Tu historia (ego) escoge a alguien y lo hace especial. Utiliza a esa persona para tapar el constante sentimiento de descontento, de «no suficiente», de ira y odio, que están estrechamente relacionados entre sí.

El universo entero existe debido a la tensión entre los opuestos. Caliente y frío, crecimiento y decadencia, ganancia y pérdida, éxito y fracaso, las polaridades forman parte de la existencia, y por supuesto parte de todas las relaciones.
No podemos deshacernos de las polaridades en el plano de la forma, sin embargo puedes trascender las polaridades a través de la rendición. Entras entonces en contacto desde un lugar más profundo dentro de tí, lo que eres, donde las polaridades ya no existen. Siguen existiendo en el plano externo, sin embargo, incluso allí, algo cambia en la forma en que las polaridades se manifiestan en tu vida cuando estás en un estado de aceptación o renuncia. Las polaridades se manifiestan de una manera más benigna y suave.

Cuanto más inconsciente seas, más identificado estás con la forma. La esencia de la inconsciencia es la siguiente: la identificación con la forma, ya sea una forma externa (una situación, lugar, evento o experiencia), una forma de pensamiento o una emoción. Cuanto más apegado estás a la forma, menos rendido (entregado) estás, y más extrema, violenta o cruel es tu experiencia de las polaridades, las energetizas. Hay personas en este planeta que viven prácticamente en el infierno y en el mismo planeta hay otros que viven una vida relativamente pacífica. Los que están en paz interior aún experimentan las polaridades, pero de una forma mucho más benigna que la forma extrema en la que muchos humanos las experimentan todavía. Por lo tanto, la forma en que las polaridades se experimentan cambia. Las propias polaridades no se pueden eliminar pero se puede decir que el universo entero se vuelve algo más compasivo, ya no es tan amenazante. El mundo ya no se percibe como hostil, que es como el ego lo percibe.

El despertar o vivir una vida en un estado despierto no cambia el orden natural de las cosas, la dualidad, la tensión entre los opuestos seguirá ocurriendo, pero no se alimenta de ti nunca más. Ninguna persona, ninguna situación se convierte en un “enemigo”.

Cuando vives en la rendición, algo viene a través de ti hacia el mundo de los opuestos que no es de este mundo.

Amor
Carles

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